No soy una madre helicóptero (ni quiero serlo)

No soy una madre helicóptero (ni quiero serlo)

Escrito por: Macarena   @Macarenagonzal    6 febrero 2016     6 minutos

Reflexiones de una madre que no quiere ejercer una maternidad helicóptero, controlando cada movimiento de sus hijos, e impidiendo el desarrollo de su autonomía. La hiper crianza acaba generando inseguridad y baja resistencia a la frustración en los niños.

Me niego, es más… me niego no sólo porque pienso que sería contraproducente para mis hijos, es que por otra parte ¡me da tanta pereza! Cuando leo sobre la hiper paternidad (madres y padres ‘helicóptero’) y sus consecuencias en los niños (aquí faltaría hablar mucho acerca del impacto negativo en los progenitores), me digo a mí misma: ‘menos mal que no me ha dado por ahí’.

Soy madre, y he criado a mis hijos con apego, pero también he intentado transmitirles sentido de la responsabilidad, y dotarles de herramientas para que su autonomía crezca; creo que la cercanía debe ser sustituida en algún momento por una libertad basada en la confianza. Pero parece ser que la paternidad helicóptero se está convirtiendo en un problema: les seguimos tan de cerca que no pueden decidir, planificamos tanto sus agendas que no pueden jugar libremente

Se dice que el auge de la tecnología y el acceso a dispositivos móviles desde muy jovencitos (con 9 años muchos peques tienen smartphone, a partir de Secundaria, casi la totalidad) facilita este tipo de crianza / educación, pues podemos tener localizados a nuestros hijos, e incluso llamarlos cada pocos minutos para saber ‘cómo les va’. Y esa actitud se prolonga de manera enfermiza hasta el punto de que les recordamos que estudien cuando tienen 18 años, o les llamamos el día de su entrevista de trabajo para darles indicaciones, habiendo cumplido los 20.

La paternidad responsable se construye desde que son pequeños ¿De qué tenemos miedo?

Tengo una anécdota que me encanta contar: ‘en una de mis charlas sobre riesgos de Internet, una madre contaba que su hijo con 15 no tenía móvil, el resto intentaron presentar sus objeciones a este hecho, y uno de los argumentos que me llamó la atención fue reivindicar la necesidad de teléfono propio por si un día al llegar a casa, no había nadie’. Me quedé de piedra: si mi hijo llega a los 15 y no sabe buscar una solución (con o sin móvil) en una situación parecida, os aseguro que consideraré que he fracasado como madre.

Todos recordamos con añoranza nuestras vivencias mientras fuimos niños: nos marchábamos en grupo cuando aún no teníamos 10 primaveras, y muchas veces no decíamos ni dónde íbamos. Un rasguño no era un drama, y los problemas individuales eran solucionados por la colectividad: eran experimentos reales de vida comunitaria que ejercieron efectos positivos en nosotros, y sin embargo no deseamos lo mismo para los nuestros vástagos, a juzgar por nuestro comportamiento.

Es verdad que entonces había menos tráfico, como lo es que tendemos a creer que las tragedias son el pan nuestro de cada día. Estamos expuestos a un exceso de información (contradictoria la mayoría de las veces); lo cual ha acabado por acrecentar nuestros temores naturales (esos inconfesables que nos llevan a pensar que detrás de cada esquina hay un secuestrador). Sin embargo, en mi opinión, una de las claves para relajarnos sería enseñar a los niños autoprotección (mirar a ambos lados cuando cruzan, ignorar peticiones extrañas de adultos), y confiar un poco más en ellos.

En el siguiente vídeo, Olga Margallo y Antonio Muñoz, reflexionan sobre este tipo de paternidad

https://www.youtube.com/watch?v=bQuDWyfuLdw

Hiper paternidad versus protección.

Es verdad que la infancia necesita más protección de la que tiene: nos gustan tanto las gafas de deformar la realidad que por un lado ignoramos el acoso escolar al que puede estar sometido nuestro hijo; y por otro nos sentamos a su lado diciendo ‘vamos a ver qué deberes tenemos, vamos a ver qué exámenes te han puesto’ (¿vamos?, ¿es que no es suficiente con cumplir con nuestras obligaciones laborales?).

Son los abusos reales a los que están o pueden estar sometidos los peques de los que tenemos que proteger, e interceder por nuestros hijos. La incidencia del bullying, de los abusos sexuales infantiles, es real; y no cuento con esos casos (excepcionales espero) en los que nuestros peques, en otras manos como pueden ser monitores, familiares o profesores, son sometidos a humillaciones verbales, eso es intolerable, y nada cambiará sino se actúa.

Pero a la vez que proteges, necesitas aprender a ‘soltar’ a tus hijos: tu satisfacción no será que con 5 años sepan chino, sino que con 16 pasen meses fuera de casa y se sepan valer

Padres Helicoptero imagen

Los niños saben hacer más cosas de las que crees.

Observa a tus hijos: aprendieron a decidir a los 3 años, a los 8 quizás ya reconocían consecuencias inesperadas de sus decisiones; muchas veces no les hace falta ayuda para acabar los deberes; expresan sus opiniones en las asambleas de clase; dejan de ser amigos de otros niños sin dejar de ser compañeros, escogen nuevas amistades. Pero no solo eso: si les permites, pueden hacer un huevo frito con 9, poner la mesa mucho antes…., hacerse la cama, pasar la escoba.

En algunas sociedades tradicionales, a los 14 años una persona no solo tiene cuerpo de adulto (o casi) sino que está preparado para serlo; entendedme, no pretendo que los adolescentes de hoy sean padres a esa edad, pero nadie llega a la mayoría de edad siendo autónomo, si los padres ejercemos la sobreprotección. Hay situaciones en las que cabe intervenir, otras en las que no: un peque de 4 años no puede ir solo al parque, uno de 8 sí (y además volverá a la hora que le has dicho). Belén nos contaba recientemente la primera experiencia yendo sola al cole de su hija, hay quien con 3 / 4 años más de los que tiene esa niña, aún tiene que caminar junto a su padre cuando sale a la calle.

La hiperpaternidad está originada por un miedo irracional (incluyendo aquel que tenemos al fracaso académico), pero si es vuestra decisión, que sepáis que estáis preparándoles para recibir gratificación instantánea y eso acabará con una incapacidad para encajar decepciones y frustración. La salud emocional también es muy importante, pero si nos convertimos en helicópteros, no haremos más que generar inseguridades.

Es un tema que me interesa mucho, y aún así, me voy a dejar en el tintero, variaciones de este modelo parental, como son los ‘tipos de helicóptero’ en las que nos convertimos, o las madres (los padres) ‘dron’… hay para escribir y no acabar.

Vía | Smartick
Fotos | Flickr-subewl y Wikimedia Commons-Greg Williams


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