La muerte de un ser querido se vive con un impacto inicial en un primer momento, sin embargo, la curación emocional y la adaptación a la nueva situación, no se produce de forma rápida. Existe un proceso que puede ser mayor o menor dependiendo de cada caso, del carácter del niño, del modo en el que ha procesado esa información, de su edad, del vínculo que tenía con el familiar desaparecido y también, del entorno. En este sentido, los padres ejercen una clara influencia en el proceso de acompañamiento y de seguimiento del mundo emocional del niño. A la hora de dar la noticia de la pérdida al niño, es mejor utilizar pocas palabras, no extenderte en detalles para hablarle directamente al alma.
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