
Hoy se celebra el Día Mundial de la Obesidad con especial atención en los más pequeños de la casa. El objetivo es concienciar de un problema que en España afecta al 25% de la población infantil. Los hábitos alimentarios y el estilo de vida son los principales aspectos que hay que tener en cuenta para reducir estas cifras.
Sabemos desde hace unos años que el sobrepeso y la obesidad son causados por el desequilibrio energético, o lo que es lo mismo: si no existe armonía entre la ingesta y el gasto de calorías se pueden producir situaciones de riesgo para la salud.
Recientemente se ha celebrado el Día Mundial de la Diabetes, y diversas organizaciones especializadas han querido llamar la atención sobre esos 17,7 casos (por cada 100.000 habitantes) de niños menores de 14 años, que cada año se detectan en España. Son en total 1235 anuales, aunque la incidencia según Comunidades Autónomas es variable, más abajo podréis comprobarlo en un mapa proporcionado por la SEPEAP.
El viernes se celebraba en nuestro país el III Día Nacional contra el Colesterol, y desde la Fundación Española de Dietistas-Nutricionistas, nos alertaban acerca de ese 45 a 55 por ciento de niños con colesterol elevado, que podrían llegar a la edad adulta manteniendo su condición. Por eso se debe concienciar a los padres para que se adopten hábitos de vida saludables en familia.
Como sabéis, la intolerancia a la lactosa se manifiesta en incapacidad para digerir este azúcar, o en su absorción parcial, de forma que da lugar a diferentes molestias provocadas por la fermentación. Esto ocurre porque las personas afectadas no producen una enzima llamada lactasa, o no lo hacen en cantidad suficiente; y es que la lactasa es la encargada de separar los dos azúcares que a su vez forman la lactosa. Algunas estimaciones apuntan a entre un 10 / 15 % de personas que podrían sufrirla en España (incluyendo niños), si bien es verdad que no siempre se diagnostica correctamente.
Recientemente se ha aprobado la Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición mediante la cual se prohibe la venta de comida y bebida con grandes cantidades de grasas saturadas, grasas trans, sal y azucares en las diferentes escuelas infantiles.
Cuando pensamos en una mala alimentación para los niños en seguida se nos viene a la cabeza la comida rápida o comida basura. Pero este tipo de comida, sin buscar restarle responsabilidad, no es la única comida ‘mala’ que consumen nuestros hijos.