Un estudio de la Northswestern University, concluye que las enfermedades alérgicas podrían ser consideradas como factor de riesgo en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, en especial hipertensión y colesterol alto. En concreto las averiguaciones se centran en el asma y la fiebre del heno, porque provocan una inflamación que se relaciona a largo plazo con las dolencias anteriores. Además el asma crónica causa mayor sedentarismo, lo cual a medio plazo desemboca en presión arterial y colesterol. Según el doctor Silverberg (que es profesor asociado de la Universidad mencionada), el riesgo cardiovascular empieza en estos casos antes de lo que se creía hasta ahora.
Usualmente asociamos las manifestaciones alérgicas a la estación primaveral, pero en realidad hay alergias ambientales que se producen en otras épocas (como por ejemplo la alergia a los cipreses); sin contar con que ¡existen tantos alérgenos! y por supuesto, no todos de origen ambiental. Los alimentos, los medicamentos, el polen, el polvo. son muchas las sustancias que potencialmente pueden provocar alguna reacción alérgica.
Junto a las imágenes que acompañan este post debería aparecer la leyenda “pueden herir la sensibilidad del lector”; en verdad creo que hay pocos seres en la naturaleza más repulsivos que la oruga procesionaria. Sin embargo conviene que estemos avisados, y más teniendo en cuenta que hoy en día, la falta de contacto con el medio natural, dificulta el conocimiento del mismo.
Las fiestas navideñas están repletas de momentos entrañables, tradiciones inquebrantables y, también, muchos excesos, sobre todo en la alimentación. Con la excusa de que son días especiales solemos dar rienda suelta a nuestro apetito más desenfrenado y dejarnos llevar por el deseo cuando nos sentamos frente a la mesa. Casi sin darnos cuenta podemos caer en muchos errores nutricionales, y no tanto por la ganancia de algunos kilitos, sino por el descontrol para aquellos que tienen algún problema con la alimentación.
Los niños, y también los adultos, estamos cubiertos de bacterias. Gracias a su presencia los científicos se sienten seguros de que los microorganismos pueden vincularse con la aparición de alergias cada vez más frecuentes.