Uno de los poetas más influyentes del siglo XX ha sido, sin duda, León Felipe. Aunque la mayoría de su producción poética está destinada para el público adulto, bien es cierto que, como hemos dicho en otras ocasiones, todo gran poeta guarda en su pluma y en su corazón un alma llena de latidos infantiles y este zamorano no iba a ser para menos.
Ya hemos dicho en otras ocasiones que la poesía infantil no es sólo privativa de unos cuantos autores que, en su momento, decidieron dedicarse en exclusividad a este género y a este público. Todos los poetas, en alguna ocasión, han expresado sus sentimientos o contado sus historias con los ojos y la voz de aquel niño que un día fueron y que todavía vive dentro de sí en toda su plenitud. Es inevitable que al dejar escapar las alas de la creatividad, esa parte de inocencia y esperanza sin límites con la que sueñan los niños, se vea invadida y recreada en la obra literaria. Y los poetas, por muy transcendentales que parezcan, no se escapan de esta mágica fusión.
Hace unos días hablábamos de las dificultades que presentan algunos niños al enfrentarse con la vuelta al colegio. Una buena forma de animarles a seguir con su camino de estudio y que se adapten a la inevitable rutina sin mayor problema, es ofreciéndoles, por nuestra parte, actitudes positivas que le animen al reencuentro con su labor estudiantil. Conseguir que dejen de ver su trabajo en el colegio como una pesada carga es, también, tarea nuestra que podemos endulzarla con pequeñas gotas de imaginación y fantasía.
La gran mayoría de los grandes autores consagrados por la literatura y, sobre todo, aquellos que han dedicado su producción y sus escritos a la poesía, guardan un apartado muy especial para las composiciones infantiles. Puesto que ya sabemos de la afinidad que existe entre la poesía y el mundo infantil, los autores no han escatimado esfuerzo ni talento para acercarse a aquellos que, de algún modo, representan un público fiel y lleno de esperanza para la literatura futura. Un niño que, tempranamente, se acerca al mundo de los libros va a ser, además de un ávido lector, una persona mucho más preparada para los envites de la vida.
Ya hemos hablado en otras ocasiones como la poesía es un arte literario muy en consonancia con el mundo infantil. Si desde bien pequeños les vamos acostumbrando al ritmo y candencia de los versos, seguramente estaremos educando un oído que intentará encontrar, a su alrededor, aquellos sonidos más afines a la belleza. De esta forma les estamos asegurando una educación emocional donde dejan de preocuparse, excesivamente, por las cosas materiales para abrir sus sentimientos, también, hacia el mágico mundo donde habitan las cualidades más íntimas del ser humano.
Son muchas las composiciones poéticas de Gloria Fuertes que os estamos ofreciendo y es que, sin lugar a dudas, esta poetisa madrileña ha sido una de las que más ha conectado con el mundo de la infancia desde todos los tiempos. Poemas originales que hablan sobre la ortografía o que ayudan a los niños a aprenderse las tablas de multiplicar o, incluso, aquellos que hacen alusión a la época navideña de una forma divertida y cercana para los más pequeños.
Hablar de Gloria Fuertes es, sin duda, hacerlo del mundo de la infancia. Han sido muchas las generaciones que hemos crecido al calor y color de sus versos. Para aquellos que tuvimos la suerte de verla recitar sus composiciones, bien en directo o en televisión, recibimos la llave mágica para acercarnos al mundo de la poesía sin el temor de adentrarnos en un espacio incomprensible, fastuoso y sólo reservado para los grandes literatos, engolados y profundos y, en la mayoría de los casos, sólo accesibles para unos pocos.
Una de las autoras más prolíficas para el mundo infantil que ha dado nuestra literatura es la poetisa Gloria Fuertes. De su viva imaginación y sensibilidad especial para con los niños, han surgido poemas y canciones que todos recordamos con verdadera añoranza y que ahora, siendo ya padres, compartimos con los más pequeños a fin de abrirles un mundo infinito en torno a la literatura.
Uno de los personajes de cuento que más suele gustar a los niños es el de la bruja. Más allá de causarles temor o de incitarles a la práctica de la maldad, las brujas son los elementos necesarios en toda historia para que la bondad y la belleza resalten sobre el resto de valores que el autor pretende enseñar. Lejos de ser personas entrañables e incluso simpáticas, resultan aparecer como la auténtica antítesis de las virtudes humanas. De todos modos, más allá de la intención inicial del escritor, las hay que inspiran una cierta ternura, como si el hecho de ser tan crueles sólo fuera un resfriado pasajero que mejorará en la última página.
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