Comer bien desde pequeños: el secreto está en las cosas simples

Cada vez que pensamos en la alimentación de nuestros hijos, nos asaltan mil dudas. ¿Estarán comiendo lo suficiente? ¿Será sano? ¿Estoy haciéndolo bien? La verdad es que no hay una receta mágica, pero sí algo que funciona casi siempre: ofrecer comida real, rica y variada. Y dentro de eso, la fruta es una de esas pequeñas joyas que muchas veces subestimamos.
En casa, uno de nuestros descubrimientos más recientes han sido las manzanas Envy. Puede sonar exagerado, pero cambiaron nuestras meriendas. No solo por su sabor dulce (que a los peques les encanta), sino porque realmente aguantan bien en la mochila del cole, no se ponen feas al rato de cortarlas y, además, están buenísimas.
Las descubrimos y desde el primer momento nos dieron buenas sensaciones porque nos entraron por los ojos. Se cultivan aquí en España, en La Rasa (Soria), a más de 700 metros de altitud, lo que les da una calidad que se nota desde el primer bocado. De hecho, han sido reconocidas con el sello Sabores del Año 2024 y 2025, una distinción que solo reciben los productos que conquistan a los consumidores.
Que comer fruta no sea una lucha
Si tienes hijos, ya sabes que no siempre es fácil convencerles de que coman fruta. Pero cuando das con una variedad que realmente les gusta, todo cambia. Las manzanas Envy tienen esa textura crujiente y ese dulzor natural que hace que hasta los más reacios terminen pidiendo “otra”.
En casa las cortamos en gajos, les ponemos unas gotitas de limón para que no se oxiden y las llevamos al parque, al cole o incluso al coche cuando vamos de viaje. A veces las combinamos con un poco de queso o con otras frutas. No necesitas hacer nada complicado, solo tenerlas a mano.
Más que sabor: salud en cada mordisco
Además del sabor, las manzanas Envy aportan fibra, vitamina C, antioxidantes y mucha agua. Todo en una pieza fácil de llevar, sin envoltorios ni preparación complicada. Y lo mejor de todo: no necesitas añadir azúcar ni esconderlas en recetas. Tal como vienen, ya son un acierto.
Y otro detalle que en mi caso es clave: ¡no se ponen blandas enseguida! Su pulpa firme aguanta muy bien incluso después de cortarlas, así que no terminas tirando media manzana porque al niño “ya no le gusta cómo está”.
El poder del ejemplo
Algo que he aprendido con el tiempo es que nuestros hijos no solo comen lo que les damos, sino lo que nos ven comer. Si nos ven disfrutando una fruta, con ganas y sin quejas, es más probable que ellos también lo hagan. En casa ya es rutina: si yo me corto una Envy para media mañana, seguro tengo dos manos pequeñas pidiéndome un trozo.
También me gusta que podamos contarles de dónde vienen, que sepan que son manzanas cultivadas aquí, que han crecido con mimo y que elegir productos locales también es una forma de cuidar el planeta.
La alimentación infantil no tiene por qué ser una lucha diaria. A veces lo más simple es lo más efectivo. Una manzana, un rato juntos y el gusto de saber que les estamos dando algo bueno.
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