Desarrollo del niño a los 4 años

Desarrollo del niño a los 4 años

Escrito por: Belén    17 noviembre 2009     2 minutos

A los cuatro años el niño busca su independencia y gana seguridad en sí mismo. Le gusta jugar con sus amigos aunque también lo hace solo y se concentra en su juego durante una media hora. Es la edad de las preguntas y los porqués interminables, todo despierta su curiosidad y llama su atención. Hay que contestarle de una manera sincera que pueda entender y armarse de paciencia. Su curiosidad es buena, le ayuda a comprender el mundo y a desarrollar el razonamiento. También es el momento en que aparecen los terrores irracionales y necesitará la ayuda de sus padres para superarlos.

Le gusta tener y cumple con pequeñas responsabilidades, sabe lavarse la cara y las manitas, se lava los dientes, colabora en su ducha y lleva su ropa sucia a lavar. Puede ordenar sus juguetes y ayuda haciendo su cama, por ejemplo. Le encanta hacer cosas de mayores y que le feliciten por ello. También le gusta imponer su criterio en la comida o la ropa. Es posible que tenga alguna rabieta al estilo de los dos añitos.

El mayor desarrollo físico se da en la psicomotricidad fina. En esta etapa se desarrolla la dominancia lateral, es decir, utilizará normalmente la mano dominante y ya podremos saber con bastante seguridad si es diestro o zurdo. Esto le ayuda a mejorar sus capacidad espacial y adquiere una mayor coordinación. Puede recortar con tijeras y comienza a dibujar figuras humanas.

Su lenguaje también evoluciona rapidamente. Comienza a utilizar adverbios de tiempo y sobre todo aparecen circunstanciales de causa-efecto. Lo cual significa que comienza a entenderlos. Ya se puede jugar con él con alguna adivinanza sencilla o algún chiste de fácil comprensión.

Su imaginación es desbordante y cree en el poder de la magia. Todo se puede solucionar y sus padres son normalmente los superhéroes que pueden lograrlo. Puede atribuir personalidad a los objetos cercanos. Aún puede depender de su juguete de transición, el osito que le ha acompañado desde que era un bebé. Ya lo dejará, cuando consiga mayor independencia y obtenga recursos para superar sus miedos.

Es una etapa muy movida, que requiere mucha paciencia, pero también es fantástica por lo mucho que podemos compartir y disfrutar con nuestro hijo.

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Foto | Mosaic art sourse