Aunque Telecinco cataloga su programa estrella de las tardes, Sálvame, como apto para todos los públicos (ya que no indican edad), no creo que haya muchos padres que estén de acuerdo. Ni los temas que tratan, ni la forma de hacerlo parecen muy apropiadas para los menores, aunque se emite en horario protegido. Según la Ley General Audiovisual no se permite la emisión de contenidos que puedan ser perjudiciales para el desarrollo físico, mental o moral de los menores antes de las 22 horas y después de las 06.00. Además se prohíbe la emisión de programas para mayores de 13 años entre las 17 y las 20.00 horas.
El Colegio de Médicos Británico ha pedido que se prohíba fumar en los vehículos particulares en los que viajen menores. En toda Europa las leyes antitabaco se endurecen cada vez más, y aunque la propuesta no ha salido de Reino Unido, lo hará en poco tiempo. El principal problema es que lo que se intenta legislar es un comportamiento en un espacio privado.
Los niños pueden ser muy ruidosos, no se puede negar. Los padres lo sabemos bien y lo aceptamos como algo natural, intentando que no afecte a los que nos rodean. A veces llegan a ser molestos, pero lo normal es asumirlo como algo inherente a la infancia. Por eso es muy llamativa la nueva normativa que se ha aprobado en Berlín, por la que se autoriza a los niños a ser ruidosos.
Los padres somos los responsables de lo que nuestros hijos ven en televisión, sin embargo la publicidad puede escapar a nuestro control. A menudo en medio de un programa que hemos considerado apto para nuestros peques, aparecen anuncios totalmente inapropiados, bien por que tengan un contenido violento o porque promuevan conductas nada saludables.