¿Podemos educar sin castigar?

¿Podemos educar sin castigar?

Escrito por: Leticia   @leticiadelpino    26 febrero 2017     3 minutos

Muchos padres emplean los castigos como una herramienta habitual de crianza, recurriendo a ellos de manera sistemática sin detenerse a evaluar las consecuencias que podrán tener a mediano y largo plazo.

Muchos padres emplean los castigos como una herramienta habitual de crianza, recurriendo a ellos de manera sistemática sin detenerse a evaluar las consecuencias que podrán tener a mediano y largo plazo.

Hoy queremos reflexionar acerca de este tema pensando que hablar con los niños y tener una conducta agradable ayudará a fortalecer la relación entre la consecuencia y el estímulo, si la consecuencia es negativa la asociación no será buena.

En el siglo pasado se empleaban métodos de crianza en los que solo se tenía en cuenta la conducta, en ese momento la corriente psicológica conductividad era muy popular entre los psicólogos, los pediatras y en la sociedad en general. Además era una época en donde muchas madres se habían incorporado al trabajo provocando que los padres y las madres pasaran menos tiempo con los niños.

Así los padres comenzaron a elegir formas de crianza más rápida que los que se venía usando. No se consideraba para nada las emociones y las motivaciones de los niños, la única forma de criarlos con éxito era mediante de reforzamiento entre estímulos y respuestas y no se pensaba en otra cosa.

No se consideraba para nada las emociones y las motivaciones de los niños.

Actualmente este método es usado por muchos padres, si bien el conductismo se dejó usar pero muchos castigos (psicológicos y físico) aún se ven. La mayoría de los adultos que lo emplean consideran que es una manera efectiva de educar sin perder tiempo ni pensar en métodos que se enfoquen más en los niños que en su conducta. Lamentablemente se sigue creyendo que el castigo es una herramienta eficaz para mostrar autoridad frente a los hijos.

Un error muy común es que no se piensa que, dependiendo de su edad y su desarrollo, el niño no tendrá la posibilidad de entender las razones por las cuales los adultos los castigan, por ejemplo, si se castiga a un niño de tres años por romper algo valioso él no entenderá ya que no podrá comprender lo que significa que es valioso para un adulto.

En muchos casos algunas explicaciones necesitarán un tiempo de asimilación y comprensión.

En términos generales podemos decir que los castigos se pueden dividir en dos tipos: los castigos no físicos y los castigos físicos. Según la Convención de los Derechos del Niño de la ONU el castigo físico es todo en el que se emplea la fuerza física y que tenga el fin de generar cierto grado de malestar y dolor, aunque sea leve.

Los castigos no físicos son los que no son corporales pero siguen siendo igual de crueles y degradantes. Por ejemplo: menospreciarlos, aislarlos, amenazarlos, ignorarlos, asustarlos.

Los castigos son muy desagradables y generan un sometimiento en las personas. Los padres tenemos que encontrar una solución más adecuada en donde la comprensión esté presente. Pensemos que los castigos podrán tener graves consecuencias en los niños, en los padres y también en la sociedad. Aceptar un castigo como algo natural es algo muy malo, al validar esta situación lo que estaremos generando son niños violentos que serán más proclives a castigar en su vida adulta.

Vía | Paternidad con apego
Foto | Pixabay – MSNeor


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