6 razones para enseñar el valor de la gratitud a los niños

El valor de la gratitud parece estar muy presente durante la Navidad en la sociedad y en las familias. Sin embargo, es un concepto que adquiere su verdadero significado a nivel vivencial cuando se prolonga a lo largo del año. La infancia también se enriquece a través de la formación en valores. Y aprender a agradecer es una de las lecciones más valiosas desde el punto de vista humanista para niños y adultos.

1. No dar las cosas por supuestas

La visión de la propia rutina cambia cuando dejan de darse por supuestas tantas cosas que, por el contrario, pueden desaparecer o perderse en un instante. La gratitud invita a abrazar los regalos de la vida a través de personas, experiencias felices y oportunidades.

2. Educar en la práctica de la inteligencia emocional

La educación emocional está más presente en familias y escuelas en la actualidad. Sin embargo, más allá de su base teórica, el aprendizaje de la gratitud se integra en el campo de la experiencia por medio de situaciones y ejemplos cotidianos en los que surge una respuesta que se alinea con la amabilidad, la generosidad y el agradecimiento.

3. Mejorar y cuidar las relaciones personales

La expresión de la gratitud mejora las relaciones personales. Es una caricia emocional que aporta reconocimiento y afecto al interlocutor. Hay gestos muy sencillos en apariencia que pueden crear una conexión profunda entre dos personas. Y la huella del agradecimiento es tan potente que, en algunas situaciones, perdura tanto en aquel que lo ofrece como en quien lo recibe.

4. Humildad

Más allá del valor del desarrollo personal y la autonomía, todos estamos interconectados. En esencia, todos podemos ayudarnos mutuamente. El alcance de la soledad en la sociedad actual es el reflejo de la mentalidad individualista y de un estilo de vida en el que parece que no hay tiempo para ver más allá de las propias necesidades. Sin embargo, la propia vida nos sitúa en múltiples ocasiones ante realidades en las que el apoyo de los demás se convierte en un motivo de esperanza y bienestar. En consecuencia, aprender a dar las gracias es una lección de humildad que educa el ego, la soberbia y la vanidad.

5. Cada día hay nuevos motivos para agradecer

Los motivos de gratitud no se agotan nunca, no solo porque surgen nuevas razones para dar las gracias, sino porque algunos factores merecen una atención continua. La gratitud por la presencia de otras personas queridas es un buen ejemplo de ello.

6. Bienestar emocional

El cuidado de la salud mental, psicológica y emocional ha adquirido una mayor visibilidad a partir de la pandemia. Existen muchos factores del entorno que pueden potenciar la vulnerabilidad individual en los adultos como, por ejemplo, el elevado nivel de incertidumbre que existe en tantos sectores. Más allá del deseo de no transmitir preocupación o inquietud a los niños, las familias no son ajenas a la realidad que afrontan cada día. Pues bien, hacer un espacio para el agradecimiento es una práctica que educa la mirada y aporta bienestar emocional (y produce un efecto contagio que inspira a los niños).

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