Poesía infantil: La vaca estudiosa

Poesía infantil: La vaca estudiosa

Escrito por: Sacra    2 septiembre 2010     2 minutos

Hace unos días hablábamos de las dificultades que presentan algunos niños al enfrentarse con la vuelta al colegio. Una buena forma de animarles a seguir con su camino de estudio y que se adapten a la inevitable rutina sin mayor problema, es ofreciéndoles, por nuestra parte, actitudes positivas que le animen al reencuentro con su labor estudiantil. Conseguir que dejen de ver su trabajo en el colegio como una pesada carga es, también, tarea nuestra que podemos endulzarla con pequeñas gotas de imaginación y fantasía.

Una buena idea, llegadas estas fechas, es recitarles este gracioso poema de María Elena Walsh donde nos cuenta las consecuencias de no prestar atención en clase. De este modo también estaremos lanzándoles, a nuestros niños, un mensaje sutil y divertido en torno a su encuentro con el mundo de la poesía y la literatura, que lejos de ser la aburrida materia obligatoria de clase, también puede significar una fuente de diversión y ocio.

De esta poetisa argentina, extremadamente prolífica en el mundo de la poesía infantil, ya os hemos ofrecido algunos otros poemas como «El reino del revés» o «La canción de la vacuna», textos para los que, también, compuso música y logró convertir en verdaderos himnos infantiles que ella misma entonaba.

Así que para aquellos remolones que estén temblando ante la vuelta a los estudios, una lección magistral a ritmo de verso.

LA VACA ESTUDIOSA
Había una vez una vaca
en la Quebrada de Humahuaca.

Como era muy vieja,
muy vieja, estaba sorda de una oreja.

Y a pesar de que ya era abuela
un día quiso ir a la escuela.

Se puso unos zapatos rojos,
guantes de tul y un par de anteojos.

La vio la maestra asustada
y dijo: – Estas equivocada.

Y la vaca le respondió:
¿Por qué no puedo estudiar yo?

La vaca, vestida de blanco,
se acomodó en el primer banco.

Los chicos tirábamos tiza
y nos moríamos de risa.

La gente se fue muy curiosa
a ver a la vaca estudiosa.

La gente llegaba en camiones,
en bicicletas y en aviones.

Y como el bochinche aumentaba
en la escuela nadie estudiaba.

La vaca, de pie en un rincón,
rumiaba sola la lección.

Un día toditos los chicos
se convirtieron en borricos.

Y en ese lugar de Humahuaca
única sabia fue la vaca.

Poema | María Elena Walsh
Dibujo | El cuentista de Hamelín