en coche con los niños pueden resultar insoportables, especialmente si el trayecto es largo y su paciencia corta. Contar cuentos, entonar sus canciones favoritas o entretenerse con su juguete favorito, pueden ser algunas alternativas pero que, a medida de repetirse, pierden intensidad e interés. Así que si vamos a viajar durante mucho tiempo, lo mejor es que nos proveamos de bastante material de diversión.
Que los niños nacen con una capacidad, casi innata, de manejarse con la electrónica, ya no hay quien lo dude. Afortunadamente para ellos no hay botón que se les resista, ni aplicación tecnológica a la que se adapten con la mayor naturalidad del mundo; lo que para nosotros puede suponer horas colgados del manual de instrucciones o probando con poco o ningún éxito, para ellos es tan sencillo que casi asusta sólo con pensarlo.
Bien es cierto que durante todo el curso escolar los niños han llevado un ritmo frenético a fin de sacar buenas notas y aprovechar las vacaciones para descansar, pero este momento de ocio también puede ser aprovechado para repasar las asignaturas que hemos dado durante todo el año y así no volver en septiembre con algunos conceptos totalmente perdidos.
Aunque estemos de vacaciones, nuestros niños siguen teniendo su agenda totalmente repleta. Y es que no podemos olvidar que durante la infancia es cuando más vida social tenemos: el cumple de los amigos, la visita al dentista, comer con los abuelos o la clase de inglés, son algunas de las muchísimas tareas que tenemos que realizar cuando somos pequeños.
La ciencia avanza que es una barbaridad, como diría la zarzuela, así que ya hemos encontramos el modo más útil y divertido para que nuestros niños disfruten de la piscina, la playa o el aire libre bien protegidos de los rayos solares. Y no es que, de repente, un complicado robot les haga una buena friega corporal de protección solar, se trata de algo más sencillo pero, al mismo tiempo, mucho más educativo.
Es evidente que la tecnología rodea nuestra vida haciendo que nuestras tareas cotidianas, aficiones o tiempo libre, se convierta en todo un lujo de posibilidades que podemos saborear a nuestro alcance. Por eso nos alegra que, además de pensar en los adultos, también los niños sean los receptores de esta nueva explosión de tecnología.
Durante las vacaciones de Navidad mi niña (4 años) descubrió en casa de uno de sus tíos lo entretenido y fascinante que puede ser un iPad. La pantalla táctil le atrae aún más que las teclas de un ordenador y eso que lo único que hizo fue ver fotografías. Supongo que si hubiera probado algún juego adaptado a su edad la atracción habría sido aún mayor. Ya que es inevitable que tengan contacto con estos gadgets que forman parte de su vida, lo mejor es ofrecerles contenido adecuado.
Las nuevas tecnologías forman parte de nuestras vidas y por supuesto de las de nuestros hijos. Si sabemos educarles en su uso, y controlamos sus inconvenientes, no serán un mero medio de comunicación o de juego, también podrán ser educativas y beneficiosas. Para eso están pensadas, pero en ocasiones sus beneficios van más allá de lo previsto. Es lo que parece haber sucedido con el iPad y los niños con autismo.
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