Todos los padres hemos tenido que pasar en algún momento por el trance de tener que buscar algún vestido o traje de ceremonia o de "vestir" para los niños. Alguna boda, comunión, bautizo o cualquier otra celebración especial.
Lo que era un acto íntimo para aquellos que quieren profesar la Fé católica, se ha convertido desde hace años en un acontecimiento social. Los padres, católicos o no, desembolsan una enorme cantidad de dinero para que sus hijos celebren la Comunión por todo lo alto, y no se sientan distintos al resto de sus amigos. En muchos casos es el propio niño el que pide su celebración, ¿quién puede resistirse a ser el protagonista y recibir multitud de regalos?.
La Comunión supone un importante desembolso para la familia, y el vestido es uno de los principales gastos. Habría mucho que hablar sobre si la ceremonia está desvirtuada y la necesidad real de convertirla en una pequeña boda, pero pocos padres son capaces de ir contracorriente, sobre todo por no disgustar a los niños. Al final para la mayoría es un gran esfuerzo y según está la economía puede ser un imposible.