Durante el verano, además de los baños en la piscina, los paseos por la montaña o las fiestas en el pueblo, podemos destinar nuestro tiempo invirtiéndolo con nuestros pequeños haciendo manualidades. Son actividades que suelen gustarle mucho. Primero porque pasan tiempo con sus padres, algo que les gusta aunque no lo reconozcan, y segundo porque la mayoría con muy constructivas y les despierta la imaginación.
Sucede que, algunas veces, nuestro niño desarrolla un importante miedo hacia los perros. En algunas ocasiones puede derivarse después de haber tenido una mala experiencia siendo muy pequeños: un repentino susto ante un ladrido o que el propio animal le haya gruñido ante una situación anómala. En otras ocasiones somos nosotros o alguien cercano a la familia el que siente ese temor y, de algún modo, se lo transmite al pequeño. Pero, por regla general y en la mayoría de los casos, sólo se trata de un miedo que surge de la nada y que tal como ha venido se marcha sin más.