Es necesario y vital que los padres observemos a nuestros niños. Cada uno de sus comportamientos, desde su nacimiento, son como señales que nos indican cuales pueden ser sus carencias, sus necesidades o su propio instinto natural. Algunos de esos comportamientos nos pueden indicar algunas vías de educación, con el fin de encauzarle hacia un camino correcto. Pero si bien es cierto, que hasta no hace mucho, los padres dejaban a sus hijos casi a su antojo, o por el contrario les mantenía en una férrea conducta, a menudo inhumana, ahora nos preocupa tanto la felicidad de nuestro hijo que, en muchas ocasiones, casi no le dejamos ni respirar.
Dicen que "la música amansa a las fieras", no sabemos si a los seres más salvajes conseguirá dominarles, pero lo que está bien claro es que a nuestros niños les encanta, especialmente cuando viene envuelta en diversión, consiguiendo atraer su atención y haciendo que todos sus sentidos se despierten. Si sabemos enseñarles a amar este bello arte, vamos a conseguir que se convierta en su aliado para el resto de su vida, ofreciéndole momentos únicos y llenos de belleza.
Si nombramos a la diseñadora española Agatha Ruiz de la Prada, lo primero que se nos viene a la mete es su impactante colorido, sus dibujos llenos de fantasía y esas líneas que más bien recuerdan a una película de dibujos animados donde los personajes son mucho más que seres mágicos. Por eso si pensamos que esta creadora ha diseñado vestidos de niña para tomar la Primera Comunión, nos puede resultar algo chocante.
En Reino Unido se ha llevado a cabo un experimento cuyo resultado, a mi parecer, es espeluznante. Con cámara oculta se grabó la reacción de los clientes de un centro comercial al pasar junto a una niña que parecía estar perdida. En realidad eran dos pequeñas, de 5 y 7 años, que por turnos actuaban como si estuvieran allí abandonadas. Su madre muy cerca y una cámara observaban lo que sucedía.
Desde que llegó la televisión a nuestras vidas, se ha convertido en el centro de diversión de la mayoría de hogares. Si antes los niños pasábamos el tiempo en la calle, gozando del aire libre o de la compañía de los amigos, poco a poco fuimos cambiando esos hábitos con los de estar seguros en casa y frente a una diversión distinta, aquella que nos venía a través de una pequeña pantalla.
Tanto a los niños como a los adultos nos hace especial gracia cuando escuchamos hablar de una manera rara o distinta a lo fonéticamente correcto. Las "erres" mal pronunciadas, la voz demasiado gangosa o la mezcla de letras que no acaban de encajar a la perfección con el sonido, son algunos de esos tics humanos que nos hacen ser diferentes y, en algunos casos, extremadamente graciosos.
Sean Williams es, además de productor teatral, un papá bloguero que hace unos días publicó un gran artículo, en parte muy triste. En él habla de que a su hijo de 7 años le encanta My Little Pony, como a tantos otros niños y niñas, pero el niño sabe que es algo que no puede decir en el cole. Sabe, solo con 7 añitos, que si lo reconoce podrá ser víctima de la burla, o algo peor, de sus pares. La sudadera de Rainbow Dash que tanto le gusta, la reserva para los días que no hay cole.