6 tipos de crianza que producen efectos negativos a largo plazo
Una crianza positiva es aquella que deja una huella amable a largo plazo. Pero existen experiencias que producen el efecto contrario. Analizamos algunos ejemplos en Uno más en la Familia.
1. Una crianza desordenada y caótica
En ocasiones, los padres no han dado con un hilo conductor que guíe sus pasos de forma estable. El estilo adoptado parece girar de un punto a otro sin un criterio establecido. Una crianza desordenada, como se deduce del término, es aquella que no está perfectamente iluminada y delimitada por normas y razones objetivas. ¿Cómo encontrar otras alternativas para avanzar desde una situación de carencia hasta un escenario de confianza y seguridad? La formación puede ser clave para encontrar inspiración en distintos métodos de educación y crianza.
2. Una crianza con altas dosis de ausencia más allá de la presencia
El desarrollo de una presencia consciente es una verdadera inspiración para ganar en bienestar, felicidad y conexión con el ahora. Pero la presencia en la crianza también puede estar condicionada por numerosas contradicciones. La cercanía física puede no estar alineada con el acompañamiento emocional. Así sucede cuando la atención de los progenitores se encuentra habitualmente en otro lugar. Pues bien, las interrupciones generan un ruido que se refleja a través de las palabras y acciones.
3. Crianza perfeccionista
El deseo de superación personal no debe confundirse con la búsqueda de una perfección que es inviable en la práctica. La capacidad de aprendizaje es constante, pero también la toma de conciencia de todo aquello que queda por descubrir. La crianza perfeccionista afecta de forma negativa a la autoestima del niño y del adulto. Está condicionada por expectativas imposibles que, en consecuencia, producen frustración, desencanto, tendencia hacia la comparación e insatisfacción.
4. Crianza centrada en el temor
Un estilo de crianza también puede diferenciarse por el tipo de emociones y sentimientos que potencia en la vida del hogar. ¿Qué ocurre cuando el miedo se convierte en el factor predominante en el tipo de vinculación afectiva establecida con el niño? En ese caso, es posible confundir el temor con la autoridad. Esta última se afianza a partir del respeto. Pero el respeto y el miedo no son términos sinónimos.
5. Crianza excesivamente rígida
Es positivo adoptar un estilo de crianza que se alinea con el proyecto de vida familiar. ¿Pero qué ocurre cuando la fórmula elegida es excesivamente rígida? No puede adaptarse a las necesidades y circunstancias de una realidad que no es estática. Al contrario, es cambiante, dinámica y se encuentra inmersa en una evolución continua. Por ello, el exceso de rigidez produce un efecto contrario al deseado. Por ejemplo, no ofrece la flexibilidad necesaria para actuar más allá de lo previsible.
6. Crianza permisiva
Las normas están presentes en diferentes planos de la realidad. Y es importante que el ser humano aprenda a relacionarse con el concepto de límite a lo largo de su existencia. Este aprendizaje puede empezar a descubrirse en la niñez. Sin embargo, la crianza permisiva no favorece esta experiencia ya que se caracteriza, precisamente, por la ausencia de límites.
El estilo de crianza adoptado pone un acento especial en el presente. Sin embargo, su huella puede perdurar incluso en la etapa adulta. Los ejemplos mencionados en Uno más en la Familia muestran una selección de propuestas que presentan debilidades importantes. Y, en consecuencia, generan efectos negativos a largo plazo. En ocasiones, el propio adulto experimenta la frustración de no poder dar marcha atrás en el tiempo para actuar de un modo diferente en su rol de padre o madre.
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