El egocentrismo en la infancia

La infancia es una etapa de la vida que marca mucho y que deja huella incluso en la etapa adulta. Por ejemplo, los expertos explican que las carencias afectivas pueden dejar una huella en la falta de autoestima durante la madurez. Por otra parte, ciertos recuerdos difíciles también pueden convertirse en un trauma. Sin embargo, dentro de la personalidad propia de la mente infantil existe un rasgo común: el egocentrismo. Es decir, la descripción y observación del mundo desde el prisma del yo. Un niño vive en base a sus deseos y sus caprichos, y por esencia, quiere salirse con la suya.

La niñez está situada entre los 6 y los 12 años. Y conviene precisar que los niños, en esencia, tienden a la imitación, es decir, se fijan en aquello que hacen los demás. Esta es una de las razones por las que los padres deben dar un buen ejemplo a los peques. Un ejemplo que puede ser aplicado a la lectura. Es decir, los niños se sentirán más atraídos por los libros en caso de que en casa, un cuento tenga importancia y no sea un elemento puramente decorativo.

Los niños en la infancia pueden llegar incluso a idealizar a sus padres. Esta idealización se rompe de forma directa al llegar a la adolescencia puesto que en esa etapa, el joven se apoya en el valor del grupo y busca su propia autonomía frente a la autoridad paterna. Ahora que los niños comienzan la cuenta atrás para la vuelta al cole, conviene precisar que los niños desarrollan sus habilidades intelectuales, sociales y cognitivas gracias al aprendizaje y a la socialización propia del aula. Sin embargo, los peques también aprenden que se debe de valorar la autoridad propia del profesor y que cada alumno debe de cooperar en la medida de sus posibilidades en el buen funcionamiento de la clase. Por ejemplo, llegando puntual cada mañana y también, levantando la mano para pedir la palabra antes de hablar.

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