Cuando a tu hijo le aburre o no le gusta un libro: 5 beneficios

Dentro del ámbito de la lectura, surgen numerosas experiencias. Que un niño o un adolescente se aburra o no disfrute con una obra concreta es una experiencia posible. Aunque un título no se haya adaptado a las expectativas del lector, eso no significa que dicha experiencia no pueda convertirse en una excelente oportunidad para seguir fortaleciendo el hábito de leer. ¿Qué beneficios puntuales puede sumar esta circunstancia?
1. Leer libros de diferente tipo
El lector no se limita a un tipo de lectura, sino que sale de su zona de confort. Y en ese encuentro con nuevas propuestas, puede identificar qué libros se alejan de sus intereses y, por el contrario, también puede conectar con otras propuestas que le aportan emociones agradables.
2. Tolerar la frustración
Es probable que el lector no finalice un libro que no le gusta, especialmente, si esa circunstancia se produce en la infancia o en la etapa de la adolescencia. Sin embargo, el encuentro con la historia ha sido lo suficientemente significativo como para que extraiga sus propias conclusiones. Elegir con ilusión un libro infantil en la biblioteca del barrio, y que su historia no cumpla con las expectativas del lector, puede producir frustración. Y esta experiencia ofrece la posibilidad de gestionarla y superarla.
3. Sentido crítico
Un niño puede recibir la orientación y el apoyo de padres, libreros, bibliotecarios o profesores en la elección de un libro. Pero su propio punto de vista es relevante, incluso, desde temprana edad. Es recomendable que el lector tenga la oportunidad de seleccionar y elegir un título adaptado a su edad. Esta capacidad de elección, y el encuentro con libros que producen aburrimiento o poco interés, fomenta el sentido crítico.
4. Poner en valor aquellos libros que gustan y entretienen
Desde el contraste con aquellos libros que producen aburrimiento o poco interés, se valoran todavía más las historias que se disfrutan desde una perspectiva opuesta: implicación, motivación, atención, diversión, curiosidad… Mientras que en el primer caso, surge una gran dificultad para avanzar página a página hacia el final de la historia, en el segundo caso, el niño desea conocer la evolución de la trama.
5. Leer desde la libertad
La lectura fluye mejor desde la libertad plena. Y esa libertad se experimenta en momentos concretos como la elección de un libro y, también, en la posibilidad de dejarlo sin terminar. No se trata de abandonar una historia de forma precipitada a partir de la primera impresión que producen las páginas iniciales. Sin embargo, el tiempo es valioso en todos los campos de la vida, también en el espacio dedicado al placer de la lectura. Y seguir avanzando en una historia que no produce curiosidad o interés, sino aburrimiento y frustración, no es una experiencia apetecible durante la infancia.
Por tanto, es muy posible que un niño descubra libros que le aburren o no le gustan. Como la experiencia de la lectura es tan personal, puede vivir esa experiencia, incluso, con obras que son un auténtico éxito en la literatura infantil. Pues bien, ese libro que no ha despertado su interés puede convertirse en una oportunidad para afianzar el hábito lector.
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