Límites y normas en Navidad: cómo encontrar el equilibrio
Aquellos límites y normas que tienen un fin verdaderamente constructivo educan a los niños. Es decir, su aplicación práctica tiene una dimensión positiva. El sentido de los valores que quieres inculcar a tu hijo se convierte en relativo cuando su significado varia constantemente en función del contexto, el apetecer o las circunstancias. Es decir, su cumplimiento no solo aporta una guía práctica para los niños, sino también para los padres que cuentan con esta herramienta en la crianza.
En el estilo de vida actual, la perspectiva de la Navidad parece girar con mucha frecuencia alrededor de aspectos visibles del entorno. Pues bien, más allá de la espiritualidad, existen otras fórmulas que conectan con la dimensión interior del ser humano y la trascendencia. Y la huella de la educación es un ejemplo de ello.
Hábitos y rutinas habituales: claves para mantener los límites y las normas en Navidad
Las normas y límites también forman parte de una Navidad feliz. Pero su cumplimiento implica mantener un nivel de coherencia y compromiso que, en ocasiones, resulta complejo cuando muchos padres y madres llegan verdaderamente agotados al final de año.
Por ello, es posible adoptar diferentes posiciones en torno a este asunto. Por ejemplo, conviene encontrar un punto intermedio entre el «todo» y la «nada» por medio de una postura que sea un poco más flexible. Una flexibilidad que está en sintonía con el propio cambio de escenario. La Navidad modifica de forma significativa el contexto en relación con la rutina cotidiana, especialmente, en las fechas más señaladas.
¿Cómo facilitar el cumplimiento de las normas en el ámbito familiar? A través del mantenimiento de aquellos hábitos y rutinas con los que el niño se siente más cómodo y familiarizado. Esa expectativa puede convertirse en una aspiración a alcanzar durante la Navidad, aunque no se materialice de manera literal en la práctica.
Convertir la Navidad en una oportunidad para el aprendizaje
La Navidad trae consigo muchos cambios para los niños y para los adultos. En consecuencia, cada uno experimenta su propio proceso de adaptación al cambio. Es habitual que surjan pequeñas tensiones en el día a día. A veces, la solución ante una dificultad no reside tanto en la aplicación de una norma como en otros criterios tan importantes como la paciencia, el respeto, la atención a las necesidades del otro o el sentido común.
Además, es importante mantener metas y objetivos con otros familiares directos (aquellos que también participan en los planes navideños). Para facilitar la adaptación al cambio, y potenciar la preparación ante cada nuevo escenario, conviene mejorar la organización en relación con los horarios y las actividades. Finalmente, aunque en el ámbito familiar haya otros seres queridos directos que interactúan con el niño durante las fiestas, padres y madres no deben delegar su autoridad en relación con el cumplimiento de límites y normas en otras personas cercanas.
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