Señales para detectar el estrés infantil
A veces sentimos que la vida nos desborda, bien por exigencias propias o por situaciones externas, hay momentos en los que nos sentimos naufragando en un mar de angustias que, en algunos casos, incluso, pueden resultarnos hasta inexplicables. Pero lo cierto es que, aunque no haya un motivo concreto, si no la suma de muchos, el estrés ha llegado a formar parte de nuestro día a día como si se tratara de una excelente ventaja de vivir.
Aunque creamos que los estados de ansiedad y estrés solo nos pertenecen a los adultos, también los niños sufren por esta causa. En la mayoría de los casos ocurre cuando se ven desbordados por la actividad escolar, extraescolar, deportiva, clases particulares, compromisos sociales… o cuando se realizan cambios en su rutina: el fallecimiento de alguien cercano, la separación de los padres, el cambio de domicilio, la llegada de un hermano… Pero, en muchos casos, detectarlo resulta difícil ya que los niños tienen una perspectiva de la realidad muy distinta a la de los adultos y para ti puede pasar totalmente desapercibida.
El niño estresado emite una serie de señales que pueden servirnos de gran ayuda. Si vemos que mueve excesivamente los brazos o las piernas, adopta nuevos tics, cierra los ojos, evita el contacto visual, se aferra a los adultos, dice tener miedo, agrede física o verbalmente, tartamudea o, por el contrario, habla muy rápido o sufre constantes llantos y pataletas, quizás puedan ser síntoma de que está viviendo un periodo de estrés.
Pero esta angustia también se manifiesta en otros aspectos de su salud física: dolores de cabeza, tensión muscular, cambios en la coloración de la piel, palpitaciones, faltas en la respiración, náuseas, vómitos, apetito excesivo, ganas de ir al baño continuamente o sudoración en las manos.
Vía | Con mis hijos
Foto | Tres ositos