El juego con muñecas es uno de los entretenimientos vinculados a la infancia. Una actividad que aporta numerosos beneficios, entre ellos, cabe destacar que un estudio reciente concluye que esta actividad estimula el cerebro. Esta investigación ha sido realizada en colaboración por un equipo de expertos de la Universidad de Cardiff, profesionales especializados en neurociencia, y la firma Barbie que encargó este análisis.
Imagino que seremos pocos los padres y madres que no hayamos mantenido en algún momento un pequeño debate acerca de cómo algunas de las muñecas actuales podrían estar influenciando a las niñas mediante unos estereotipos de belleza que corresponden más bien al mundo adulto. Bratz súper maquilladas, Monster High delgadísimas, Barbies con taconazos de infarto, … nada que no sepáis.
Hace ya algún tiempo que conocimos a Wendy Tsao, una mamá canadiense que decidió convertir los dibujos de su bebé en divertidos peluches, de esta forma lo que había surgido de la imaginación del pequeño, quedaba plasmado en un simpático y original juguete que le acompañaría más allá del papel. Ahora hemos vuelto a saber de una nueva creación de esta creativa mamá, preocupada por la imagen que las muñecas ofrecen sobre el universo femenino.
El PinyPonTour volvió a las andadas hace unos días, y para los que no sepáis ‘de qué estoy hablando’ os cuento que se trata de un concurso consistente en hacer fotos a las Pinypon favoritas de tus niños durante vuestras vacaciones. Es una iniciativa muy original en lo que se valoran son las ideas creativas, así que da igual si habéis ido a Manacor, el bosque de Irati, Paris, Cancún (¡qué suerte tienen algunos!) o al pueblo de los abuelos.
Julia Taube es una madre sueca que se ha lanzado a fabricar unas muñecas que pretenden ‘romper’ con los estereotipos de belleza, esos percibidos en otras más famosas, como la Barbie. La realidad en la que vivimos nos propone imágenes de personas distintas entre sí, y con las que convivimos. En ese sentido, la belleza está en la diferencia: altos, bajitos, morenos, rubios, con distinto color de piel y constitución física.
La muñeca Barbie, nació allá por 1959, aunque como cualquier juguete, permanece inalterable al paso del tiempo. Cuando yo era niña, ya existía, pero como a mí las muñecas ‘ni fu ni fa”, ya que era más de guerrear con los chicos y jugar al escondite, no se me ocurrió pedirla a mis padres. A mi hija sí le gustan las muñecas, las tiene por decenas, entre nuevas y de segunda o tercera mano, y tampoco ha pedido jamás un ejemplar de esta rubia con ojos expresivos. Eso sí, tiene dos: antojo de un abuelo y una vecina (cosas de los cumpleaños).
Como diría cualquier canción de nuestros antepasados: "hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad". Y mucho más en cuanto a estética se refiere. Si hace apenas unas décadas las niñas nos moríamos por tener en los brazos un muñeco bebé, que casi simulaba a los de verdad; después los tiempos nos trajeron a unas esculturales y modélicas muñecas de pasarela, para luego traer a esas princesas de cuento con las que todos hemos soñado alguna de vez. Pero de repente, el cambio fue radical y se pusieron de moda, no las hijas de los reyes, si no más bien de lo contrario, la de los monstruos.
Aunque aún quedan días para Navidad, ya son muchos los niños que empiezan a hacer acopio de catálogos para poder decidir qué le piden este año a Papá Noel. Y difícil no lo van a tener a juzgar por la cantidad de anuncios publicitarios de todo tipo que ya inundan las calles de las poblaciones, las casas de todos y los escaparates de todo tipo de establecimientos.