Vacaciones con niños: 5 beneficios de las rutinas flexibles en verano

Las rutinas aportan confianza, arraigo, estabilidad, seguridad o sensación de hogar. Sin embargo, es aconsejable que las rutinas estivales sean flexibles. Y es que, la flexibilidad se convierte en una estrategia para integrar las decisiones de cada momento en el mapa familiar. La rutina no deja de ser una referencia clara, a pesar de su flexibilidad. ¿Qué beneficios aporta a familias con niños?
1. Equilibrio: hay espacio para integrar la improvisación
Planificar no implica hacer una previsión de absolutamente todos los detalles de la jornada. Es aconsejable tener una visión general de momentos clave como, por ejemplo, la hora de la comida. Sin embargo, esa rutina flexible permite tener un mayor nivel de apertura con otros espacios que pueden concretarse sobre la marcha. Es decir, la rutina flexible ofrece un buen equilibrio.
2. Se adapta al contexto y las condiciones del verano
El verano, generalmente, avanza a un ritmo más relajado. No está determinado por horarios claramente definidos como la entrada o la salida del colegio. Es un tiempo en el que, más allá de la obligación, hay más espacio para aquello que apetece hacer en cada momento. También surgen más imprevistos y sorpresas positivas. De este modo, una rutina flexible se ajusta más a las necesidades del verano.
3. Descanso emocional
La rutina del curso es más exigente y rígida en determinados aspectos como muestran los horarios marcados, la importancia de la puntualidad, la diferencia entre el ritmo de los adultos y los niños, la complejidad de la conciliación familiar, la carga mental… La flexibilidad en la rutina proporciona un agradable descanso emocional durante el verano.
4. Realismo
La rutina flexible puede ser especialmente efectiva porque es realista. Y es que, incluso cuando una familia pone atención y cuidado para planificar, descubre que la previsión teórica puede distanciarse de la experiencia práctica. Es decir, surgen imprevistos, cambios de última hora, asuntos que no se habían contemplado en un primer momento… Esa rutina flexible es una excelente respuesta.
5. Bien común en planes de grupo
Durante el verano es habitual que las familias con niños compartan tiempo de calidad con otros seres queridos: abuelos, tíos o primos del niño que forman parte de los recuerdos estivales de los más pequeños. La presencia de esas personas se integra en el núcleo familiar en momentos clave. Y esos familiares tienen sus propias experiencias, rutinas y referencias vitales. También es posible que la familia actúe como la anfitriona perfecta en instantes cotidianos al recibir la visita de amigos y vecinos. ¿Qué ocurre si cada uno se encierra en su propia rutina pero no se adapta a la de otro? La flexibilidad, sin perder el propio centro de aquello que se considera adecuado y conveniente en el hogar familiar, fortalece el bien común.
Las rutinas flexibles en verano son muy positivas porque, más allá de la gestión y organización de horarios, dicha flexibilidad tiene un componente emocional. Es decir, facilita la adaptación al cambio, la comodidad, el bienestar y la resiliencia.
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