El síndrome postvacacional afecta más a los peques
Septiembre ya ha llegado y existe un término que a nivel mediático tiene una gran notoriedad. El síndrome postvacacional remite a la sensación de malestar que experimenta una persona con el cambio que implica la vuelta a la rutina del otoño. Pues bien, este cambio se produce en esencia, para empezar, porque cualquier persona necesita unos días de adaptación.
Pues bien, el síndrome postvacacional afecta más a los niños que a los adultos y se manifiesta en forma de problemas de sueño, naúseas, vómitos, cambios en la alimentación… En general, esta sensación no dura más de siete días, así que conviene tener paciencia. Sin embargo, podría prolongarse en caso de que el peque empiece curso en un nuevo colegio y tenga que adaptarse también, a nuevos compañeros y otros profesores.
La psicóloga Alicia Banderas explica sobre esta cuestión: «Estos síntomas dependen de cada niño, normalmente no duran más de una semana, correspondiente al periodo de adaptaciones de niños y adolescentes a las nuevas rutinas. Si este tipo de afecciones dura más es recomendable acudir a los médicos«. Es decir, es importante pedir ayuda.
Para todos los niños no implica lo mismo la vuelta al cole. Por ejemplo, aquellos niños que sufren algún tipo de marginación por parte de sus compañeros entonces, sufren el vértigo de tener que dejar de lado la seguridad del hogar para entrar en contacto con esa realidad que es poco agradable. No existen datos para determinar si el síndrome postvacacional afecta más a los niños que a las niñas.
Como cualquier adaptación, es mejor que los niños se incorporen a las nuevas rutinas de una forma paulatina y progresiva. Así lo determina Alicia Banderas: «Los niños deben de adaptarse a los nuevos horarios de forma gradual y paulatina, por ello durante los últimos días de las vacaciones del verano se debe recuperar los hábitos normales como madrugar y respetar los horarios del sueño. Del mismo modo deben adaptarse a los horarios de las comidas». De este modo, el cambio será menos brusco. Pero también, es bueno que los niños se enfrenten al mes de septiembre con pensamiento postiivo con la ayuda de los padres para no ver el final del verano como una tragedia. Ningún cambio es fácil, sin embargo, la vida en sí misma es un proceso de cambio constante.
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