Los libros infantiles pueden sernos útiles para muchas cosas, además de para la diversión o la enseñanza. A través de la fantasía somos capaces de conectar con esos problemillas diarios que, a menudo, nos cuesta resolver. Hacer que los peques entiendan ciertas cuestiones espinosas, puede ser más fácil si se lo sabemos endulzar, como diría la canción.
Desde hace unos años a esta parte, se ha puesto muy de moda hablar al bebé mientras, todavía, está en el vientre de la madre. Aunque creamos que se trata de una técnica totalmente novedosa y llena de originalidad, en realidad esta maravillosa experiencia ya se utilizaba en el año 350 A.C. Aristóteles, en su inmensa sabiduría, ya hablaba de los canales que unían a madre e hijo a través de la voz, la emoción o los sentimientos.
Gracias al aprendizaje de la lectura los pequeños podrán modificar de manera favorable el funcionamiento de su cerebro, además de tener la posibilidad de adaptarse a una nueva habilidad. Por la lectura los niños contarán con la capacidad de asociar las imágenes de objetos con distintas palabras y conceptos y los vínculos entre ellos.
Los libros infantiles suelen ser, aunque no nos lo parezca, la antesala de futuros estudiantes y, más tarde, adultos preparados para la vida, con éxito y con un potencial intelectual, casi, ilimitado. Pero animar a nuestros niños a que se acerquen al mundo de los libros no siempre es fácil, sobre todo cuando en casa no fomentamos esa práctica a través del ejemplo.
Una de las actividades más divertidas que podemos ofrecer a los niños es la de la lectura. Animarles a que investiguen en el mundo de las letras, que les invada la magia de las historias divertidas o que se dejen llevar por oleadas de imaginación, es una de esas tareas que debemos incentivar en su eterno crecimiento hacia la fantasía pero, también, encaminado a la educación, especialmente cuando ellos van por el sendero de los valores.
“Cuentos para entender el mundo” es una adaptación de historias contadas o escritas hace mucho tiempo, que merecen encontrar un hueco en el siglo XXI. ¿Por qué creo esto? pues que hay una parte de los llamados cuentos populares que tuvieron un gran valor educativo y de transmisión de valores. Así que por mucho que la sociedad haya evolucionado, es bueno ver cómo los pensamientos que tenemos acerca del respecto, la convivencia, las relaciones “humanas” (sí: humanas, con todo lo que la palabra indica), toman forma y son expresados.
Desde la Universidad de Helsinki, en Finlandia, nos llega un sorprendente estudio en torno al mundo de los bebés, sus capacidades de aprendizaje y su repercusión en el futuro. Una noticia que nos ha dejado atónitos, especialmente porque lo que supone una alegría en su primera infancia, acaba siendo totalmente caótico, si atendemos a las conclusiones con las que se cierra este informe.
Ya hemos visto algunos beneficios que provoca, en nuestros niños, el que les contemos cuentos. Ahora, y siguiendo los dictados de los expertos, vamos a seguir dando algunos consejos para que esa labor, además de afectiva, consiga ser efectiva.
A través de los cuentos, los padres y los hijos pueden establecer una comunicación íntima y estrecha, haciendo que vaya ampliándose y creciendo a lo largo del tiempo. Por eso es importante que leamos a nuestros hijos, no solo por el simple hecho de la diversión si no, también, para compartir instantes únicos donde mostrar nuestras emociones.
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