Una de las imágenes más placenteras y maravillosas que podemos encontrar en nuestra vida es la de ver sonreír a un niño. Pero si además es un bebé, entonces ese "paisaje emocional" se convierte en todo un milagro. En la risa de los más pequeños se pone de manifiesto esa imperiosa necesidad de sentirnos conectados con la felicidad, con ese mundo soñado en el que todos podemos convivir bajo el marco incomparable de la alegría.
La alimentación de nuestro bebé debe estar controlada por las pautas que nos irá ofreciendo el pediatra. Después de el pecho de mamá, y de forma paulatina, se le van ofreciendo otro tipo de alimentos hasta completar la gama de nutrientes que va a adoptar a lo largo de su vida. Una vez nuestro peque ya puede comer de todo es el momento de ofrecerle una dieta variada, rica y, también, sabrosa. Pero seguro que, más de una vez, te has encontrado con esa falta de imaginación, que tan a menudo nos ocurre, cuando estamos frente a los fogones.
Un dato del estudio me ha llamado mucho la atención: el 63 por ciento de los niños querrían pasar más tiempo con sus padres, pero solo al 23 por ciento de los padres les gustaría pasar más tiempo con sus hijos. Debo vivir en otro mundo, en el que todo el tiempo con los hijos se hace poco, aunque sea para terminar hasta el moño unos de otros. Un dato para reflexionar, ¿consideran esos padres el juego como una carga?. También dan que pensar otros datos que da esta encuesta.
El juego es fundamental para el desarrollo de nuestros niños. Desde que son bebés es necesario fomentarles su capacidad creativa, así como sus habilidades motoras y manuales. Un niño que juega es, siempre, un bebé más feliz y sano. Así que es importante animarle a que se entregue a esta actividad que le va a reportar infinitas ventajas. Eso sí, siempre hay que elegir aquellos juguetes y actividades adecuadas a su edad, y de eso Imaginarium sabe mucho.
Como ya os hemos contado, este fin de semana pasado se ha estrenado la nueva película de la abeja Maya, cuya crítica de nuestros compañeros de Cinetelia podéis leer aquí.
A las niñas les gusta, desde bien pequeñas, lucir una bonita melena. Claro que luego vienen los problemas con los cabellos que se alborotan, lo engorroso que es cuando hacen deporte o esos pelos encrespados que uno no sabe bien como dominar. Las mamás, bien por tradición o devoción, son las que se ocupan de domar esas díscolas cabelleras que han de lucir bien controladas, pero cuando le toca a papá ser el que las controle, entonces la cosa cambia.
Salir a tomarse un café, un aperitivo o un helado con los amigos, cuando tenemos niños, es a veces demasiado complicado. Primero los locales no están acondicionados para que pasemos con las sillitas de paseo, luego hay demasiados elementos peligrosos a mano, tanto para que nuestro niño se haga daño, como para que la suntuosa decoración del local acabe hecha añicos, y, sobre todo, acabará aburriéndose hasta la extenuación por mucho que nuestra cita sea de lo más divertida.
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